*Comitán, una feria para el pueblo que no es del pueblo
El gran problema en cualquier nivel de gobierno siempre será la falta de transparencia y ya no digamos honestidad.
Y en el caso de Comitán, lo estamos viendo con la polémica (que incluso se puede evitar muy fácil) que implican los eventos masivos de la feria.
Ese espacio, ubicado en una feria pagada con presupuesto público, donde las sillas se rentan con presupuesto público, donde la producción se paga con presupuesto público y a donde los artistas se les paga con dinero público, se demarcan zonas VIP y zonas para el pueblo.
Pero como su nombre lo dice, las zonas VIP representan la imposibilidad de usted, del compadre, de la comadre para ver de cerca un artista.
Pero como diría un personaje famoso: vamos por partes.
Si usted tiene más de 30 años recordará que, cuando el Palenque de Gallos era el Teatro del Pueblo, la gente llegaba incluso a colocar su casa de campaña y pernoctar para ganar los mejores lugares.
La gente se turnaba y se ponía de acuerdo para tener las primeras filas y, si usted no llegaba temprano, con suerte le tocaba hasta atrás pero usted mismo era consciente que fue por su desidia el no tener lugar.
Pero algo cambió o alguien encontró la mejor forma de sacar una tajada financiera con la feria, porque ahora, los mejores lugares se tienen solo con un boleto, entregado por personal del Ayuntamiento vaya usted a saber bajo qué criterio.
Incluso, cuando dicen que es gratis, vemos que hay boletos vendiéndose hasta en las redes sociales.
Pero eso ya es de dominio público, acá lo que deberíamos de preguntarnos los comitecos es: ¿a dónde se va todo lo recaudado? Y, ¿quién le hace las cuentas al final al pueblo?
Porque si el alcalde Mario Antonio Guillén Domínguez no sabe lo que pasa en su propio gobierno con sus trabajadores y su organización, entonces algo muy malo sucede.
Pero entonces, si lo sabe, la mejor forma de seguir teniendo credibilidad y evitarse las especulaciones sería explicar, tan simple como eso, qué hacen con el recurso obtenido.
Porque además de los boletos que se reparten, algunos con costo, también hay venta de bebidas y licores en esas zonas y, al menos yo, no sé de quién es el negocio ahí.
Las ferias de la región han demostrado que los eventos públicos deben ser eso, a donde cualquier persona pueda tener acceso.
Y sí, podrán decir que acá también se tiene, pero no es lo mismo esforzarse por ir a ver de cerca al artista que a uno lo limiten dejándolo hasta atrás, casi a 100 metros de distancia del escenario.
Sobre todo cuando, desde hace un buen de años y si la memoria no me falla, a la feria se le destina un recurso de aproximadamente cinco millones de pesos.
Pero recordemos que cada puesto paga, que la exclusividad de las cerveceras tiene un costo, que el promotor suelta también una tajada y que hasta los juegos terminan pagando.
O, ¿dirán que apenas alcanza el dinero para pagar todos los gastos necesarios que implica hacer una feria?
Insisto, tan sencillo como explicar, dando cara a la gente, por qué lo de los boletos, por qué las zonas exclusivas y qué se hace con todo el recurso recaudado.
Porque recordemos que, ese espacio ubicado en una feria pagada con presupuesto público, donde las sillas se rentan con presupuesto público, donde la producción se paga con presupuesto público y a donde los artistas se les paga con dinero público, se demarcan zonas VIP y zonas para el pueblo.
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